A pesar de que muchos consumidores de vino (no enólogos) prodigan y quieren creer fervientemente que un consumo de vino diario es saludable –cuando tal afirmación hay que saber interpretarla y siempre cogerla con pinzas– porque han escuchado desde pequeños que “una o dos copas de vino al día proporciona salud”, lo cierto es que, desde el punto de vista más científico, hay parte de razón –ya lo entenderéis más adelante-, pero como todo en este sector, se exagera demasiado, y muchas veces, conseguir ese punto de salud, no compensa.
Digamos, sencillamente, que quiero dejar claro que nunca, jamás, podría recomendar el consumo de alcohol –por mínimo que sea- para ningún sector de nuestra sociedad. Todos sabemos que un consumo muy moderado no acarreará problemas de salud, igualmente sabemos que de vez en cuando, la comida basura tampoco lo acarreará, pero una cosa es ser consciente de ello, y otra muy distinta es recomendar su consumo, aunque sea de forma poco constante. Por supuesto, todo esto va enfocado a muchas recomendaciones de profesionales sanitarios que recomiendan un consumo moderado de alcohol. Sin palabras.
Dentro del amplio arte del vino –del cual soy un completo ignorante, hoy por hoy-, trataremos uno de sus aspectos más famosos y controvertidos del momento. Hablamos de su polifenol más conocido: el resveratrol. De él se ha dicho mucho, poniéndolo como el componente mágico de la ‘eterna juventud’. Actualmente, y cada año que pasa, su fama ‘mágica’ decae cada vez que se publican estudios demostrando que una cosa es mejorar diferentes aspectos de la salud, y otra muy diferente es aumentar tu número de años, como si de Dios se tratase.¿Pero qué hay de cierto en todo esto?

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